“Lo malo no es sólo que haya accidentes de tráfico, sino lo poco que sabemos de por qué se producen y lo poco que hacemos para evitarlos” Albert Einstein.
Luis Xumini, experto en esto de los accidentes de tráfico, suele decir, e insistir, que los muertos en accidentes de tráfico son muertos de verdad, por lo que para prevenirlos sólo nos sirve la verdad. Las falacias, los mitos, las fábulas y las creencias fantasiosas, o la pseudociencia aplicada a los accidentes de tráfico, no solo no ayudan a reducir la siniestralidad, sino que sólo sirven para impedir su prevención y evitar la muerte de miles de personas en la carretera (millones en todo el mundo). Sabemos muy poco de por qué se producen accidentes de tráfico, como decía Einstein, sencillamente porque apenas se investigan o se investigan mal. Aplicamos nuestros prejuicios. Se dan por supuestas unas causas y las aplicamos sin más a cualquier siniestro. Usamos esas causas como comodines, aptas para cualquier circunstancia: la velocidad, las imprudencias, las distracciones, etc. Ahí están los diarios si queremos comprobarlo.
"No podemos conducir por ti" era el eslogan de una campaña de la D.G.T., con lo que desde las altas instancias de tráfico desplazaban y hacían recaer toda la responsabilidad por los accidentes de tráfico en el conductor, sin más. No podemos conducir por ti, así que aplícate el cuento porque, si tienes un accidente, nosotros no tenemos nada que ver, nosotros ya hacemos suficiente: colocamos límites de velocidad o rebajamos aleatoriamente los existentes y la controlamos con radares, o instalamos unos bonitos carteles avisando de un tramo de concentración de accidentes, o programamos campañas estupendas para controlar el alcohol, la velocidad o el uso del móvil y, cuando podemos y de la forma que podemos, vamos renovando y mejorando las vías principales de la red de carreteras. Eres tú el que elige la velocidad, eres tú el que decide cometer alguna imprudencia, eres tú el que se distrae atendiendo una llamada telefónica o encendiendo un cigarrillo mientras conduces, por lo tanto eres tú el único responsable del accidente, de todos o de casi todos los accidentes.
En algunos casos, aún cuando conduzcamos respetando todos esos límites o cuando hayamos adaptado nuestro comportamiento a las normas de tráfico, se nos exigirá mucho más. Se nos exigirá que seamos capaces de adecuar nuestra velocidad en función del estado de la vía, en cada metro de la vía y en cualquier tiempo, independientemente de las circunstancias ambientales de cada momento; se nos exigirá la plena dedicación de nuestros cinco sentidos; se nos pedirá que seamos capaces de prever cualquier incidencia o cualquier peligro que pudiera presentarse y se nos exigirá que seamos capaces de responder y de reaccionar de forma adecuada, rápida y eficaz. Se nos exigirá ir más allá de lo que en realidad somos capaces para evitar los accidentes de tráfico. Se nos pedirá que seamos supermáquinas perfectamente entrenadas para percibir, valorar y adoptar decisiones eficaces, y todo ello de forma casi automática, al instante o en escasos segundos.
Para Pascual Palazzo, ingeniero argentino, esa clase perfecta o casi perfecta de conductores y peatones no existe, ni existirá jamás. Ya decía en 1937 que “No hay sino un medio de evitar accidentes en los caminos, es hacer que sean improbables, pero no improbables para una especie ideal, inexistente, de conductores o peatones prudentes, atentos, inteligentes, de rápida reacción, sino para los hombres tal cual son o tal cual llegan a ser en las diversas circunstancias de la vida diaria.” No podemos conducir por ti, así es, pero si podemos hacer que baje la probabilidad de que se produzcan accidentes, actuando sobre la vía: adecuando las infraestructuras, eliminando puntos de riesgos (puntos negros o más modernamente "tramos de concentración de accidentes"), señalizando convenientemente, limitando la velocidad allí donde objetivamente sea preciso según las circunstancias de cada momento y de forma realista (hoy existe suficientes avances técnicos que lo permiten), estableciendo mecanismos de seguridad pasiva en las vías, o eliminando obstáculos dentro o fuera de la vía, etc. Actuando sobre el vehículo: incentivando el uso de vehículos seguros y dotados de todos los mecanismos de seguridad activa y pasiva existentes, incentivando la renovación del parque móvil, estableciendo mecanismos eficaces de control de los elementos de seguridad del vehículo. Y, finalmente, actuando sobre el conductor, con programas de formación en educación vial desde la infancia o con un control exhaustivo sobre las condiciones psicofísicas del conductor o sobre sus aptitudes y actitudes.
Las rotondas o glorietas son uno de esos elementos que están permitiendo, al menos, una reducción de la gravedad de los accidentes de tráfico que se producen en su entorno. Nadie sabe muy bien por qué, pero aunque no reduzcan el número de accidente, sí tienen incidencia sobre su gravedad. Pero para ello, para que sean eficaces, las rotondas han de ser construidas de forma adecuada, deben contar con unas dimensiones mínimas y han de estar debidamente señalizadas. Cuando en una rotonda converge alguna vía con una pendiente hacia la rotonda del 12 %, por ejemplo, y la isleta central presenta un muro exterior de cierre de medio metro de altura sobre el que se extiende un jardín, o cuando se coloca en el interior de la rotonda algún elemento contundente con fines estéticos, será difícil reducir no solo el número de accidentes sino también su gravedad y resultados lesivos. Probablemente la rotonda no sea el sistema más adecuado en todas las circunstancias para regular el tráfico y, en los casos en los que no fuera posible otra alternativa, la rotonda debería contar, no solo con una limitación específica de velocidad en función de la peligrosidad, sino también de elementos de contención, que atrape al vehículo cuando continúe en línea recta de forma incontrolada por efecto de la inercia o lo desvíe minimizando los daños y las lesiones de los ocupantes. Si al final de una pendiente, como la mencionada, lo que encuentras es un giro de casi noventa grados para entrar en la glorieta y al frente un muro, será difícil que no acabes estampado contra dicho muro, especialmente en días y momentos con condiciones meteorológicas adversas.
Hace unos días un diario digital local se hacía eco de la siguiente noticia:
La carretera de la Avenida de Europa, conocida como la cuesta del Eroski, ha sido escenario durante las últimas horas de un nuevo accidente de tráfico por culpa del mal estado del asfalto. Durante los dos últimos años se acumulan más de cuarenta siniestros, algunos leves y otros graves como el último, en una carretera que no ha dejado de ser un peligro para los conductores y cuyas consecuencias, también está padeciendo la rotonda con la que están chocando la mayoría de los vehículos, una situación denunciada de nuevo por el movimiento vecinal de San Bernabé.
El estado del firme ha vuelto a ser la causa del último accidente ya que los coches, en vez de agarrarse al firme, se deslizan por él, sin que hasta el momento no se hayan tomado medidas eficaces para evitar los accidentes.
La Casita de las Palomas, asociación vecinal de San Bernabé, exige a los organismos competentes que de una vez por todas tomen cartas en el asunto para que la cuesta de Eroski se convierta en una zona de tránsito seguro y no un punto negro de accidentes.
Al margen de la falta de oportunidad para achacar este último accidente a la configuración del escenario, dado que este último accidente se produjo, tal y como hizo público el Ayuntamiento, no por el estado de la vía o por su configuración, sino por el estado del conductor, lo cierto es que, cuando los accidentes se suceden una y otra vez con similar factura y similares resultados, se deberían adoptar todas las medidas que la técnica permite para evitar que se sigan produciendo, que no solo se logra renovando el firme y limitando la velocidad de forma importate, lo primero por ineficaz y lo segundo por desplazar la responsabilidad de forma exclusiva, una vez más, hacia el conductor.
También Albert Einstein decía que “El cuidado del hombre y de su destino deben constituir el interés principal de todos los esfuerzos técnicos. No olvidéis esto jamás entre vuestros diagramas y ecuaciones.”
Reproducción de la nota de prensa oficial:
La Policía Local ha realizado diversas actuaciones a lo largo del fin de semana, fundamentalmente relacionadas con los controles de alcoholemia y las denuncias por el consumo de bebidas alcohólicas fuera de los espacios habilitados para ello. En relación al primero de los asuntos, la Policía Local fue alertada en la madrugada del sábado sobre un accidente de tráfico en la zona de la bajada de Eroski. Al parecer, un conductor había perdido el control de su vehículo y había chocado contra las vallas de protección de la rotonda. El conductor dio positivo en las pruebas de alcoholemia, que dieron un resultado de 1.11 y 1.04 en la primera y segunda realizada por los agentes. Dado el elevado índice de alcohol detectado, además de multa se instruyeron las diligencias oportunas por la existencia de una infracción penal. Hubo otro caso más que dio positivo, en otro control preventivo realizado en la zona centro a primeras horas de la mañana.
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