El primer recuerdo es el mas dificil de precisar. Se encuentra en una espesa nebulosa entre la oscuridad mas absoluta y vagos recuerdos de otros momentos posteriores. Ni tan siquiera llega a ser recuerdo o es el mas vago de los recuerdos o es tan solo un sueño.
Seguramente el primer recuerdo sea siempre inducido. Lo que nos dijeron, lo que nos contaron sobre alguno de nuestros primeros momentos, sobre nuestros primeros pasos, sobre algo hicimos, sobre algo que fuimos, es lo que hacemos nuestro y lo incorporamos a nuestra personal historia. Ese primer momento de nuestra vida, inducido o ciertamente rememorado, puede incluso marcarnos para el resto de nuestra vida. Puede quedar pegado a nuestro ser de forma indisoluble. También seremos ese recuerdo, estaremos constituidos también por él.
Mi primer instante, vivido o recordado, lo situo en el interior de una estancia. En el centro había una especie de columna o poste de madera, probablemente fuera el punto de apoyo, el centro de la edificación. Sobre la tierra apelmazada por el paso y el peso de sus habitantes jugaba, no se con qué, ni con quién, simplemente jugaba. Me encontraba solo, sentado en el suelo y, para coger alguna de las cosas que había a mi alrededor, me arrastraba. Con tan poca edad que casi no podía andar y en su lugar gateaba. Aunque era yo quien jugaba, la memoria me situa en un lugar objetivo, fuera del niño. Observando su juego y sus movimientos. Girando a su alrededor.
¿Por qué tengo ese primer recuerdo y no cualquier otro?. No lo se. Supongo que algo debió ocurrir en ese lugar en algún momento en el que estuviera presente que llamó poderosamente la atención de un niño que aún no era capaz de enterder el mundo que le rodeaba o puede que la memoria, en nuestros primeros años de vida, juegue y aprehenda de forma caprichosa detalles, colores, sonidos y los coloque en algun lugar de nuestra mente para, a lo largo de nuestra vida, lanzarnos fugaces destellos de esos precisos momentos. Puede que, en algún momento en el que pareciera que estaba absorto en el juego, hubiera oído alguna conversación de algún adulto sobre ese algo que ocurriera en aquel lugar y la fantasía infantil me situara en el centro de la historia.
Es un recuerdo que me ha perseguido y me persigue, que destella y rápidamente se apaga para dejar paso a otras vivencias y a otros recuerdos.
La memoria se comporta, a veces, de manera realmente caprichosa.
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