Contestación al artículo “Los hombres de Harrelson” publicado en el Boletín Tricantino nº175, julio-agosto 2009
Como concejal de Policía me gustaría realizar algunas puntualizaciones sobre las informaciones aparecidas en su revista el pasado mes de julio. En concreto me refiero al artículo “Los hombres de Harrelson”, en el que aparecen quejas sobre la labor policial, por un presunto “exceso de celo” profesional. Para entender esta actuación policial, hay que tener en la mano más datos de los que propiamente aparecen en el artículo mencionado y escuchar todas las versiones, antes de publicar una versión contra un servicio público que está al servicios de todos. Por eso debo aclarar los siguientes extremos:
1-Apunta la autora del artículo en uno de sus párrafos que “el robo finalmente, fue una falsa alarma”, nada más lejos de la realidad, ya que el intento de robo fue real. El cierre de la verja metálica que protegía la puerta de entrada de la joyería había sido forzado, el bombín de la cerradura lo habían roto, y por tanto la alarma se activó cuando el cierre fue levantado. Es decir, alguien intentó robar en la joyería, que por cierto, ya ha sufrido otros robos reales. Posiblemente la rápida intervención policial o la aproximación de algún vecino, hizo desistir al autor/autores de continuar forzando la puerta de entrada de la joyería.
2-La persona que se encontraba más próxima al escenario del intento de robo, sopesando espacio y tiempo era un joven “que es muy bueno, por cierto” (cito textualmente) y que resulta que presenta ocho antecedentes policiales-penales, entre ellos, varios por robos y hurtos, además de otro por atentado a Agentes de la Autoridad. Los Atentados a los Agentes de la Autoridad se dan con más frecuencia de la deseada, por eso la Policía no lleva ramos de flores entre sus medios para realizar su trabajo, porque es el grupo social que se encarga del uso legítimo de la fuerza, delegado por la sociedad para que cada vecino no tenga que ejecutarla individualmente o sencillamente quedarse indefenso y “que paguen los seguros”. Si todo se solucionara pagando las aseguradoras ¿para qué tener policía, para qué tener juzgados, para qué cárceles? En todo caso delictivo existe una responsabilidad penal y una responsabilidad civil. Es cierto que ésta última, está cubierta por los seguros, pero la penal hay que perseguirla pese a quien pese. La Policía tiene la obligación de perseguir los delitos y a los delincuentes, aunque los seguros paguen las responsabilidades civiles. Por otro lado, si no hubiera nadie para perseguir esa responsabilidad penal, ninguna aseguradora cubriría los riesgos de robos y todos estaríamos más desprotegidos.
Antonio Gallardo
Concejal de Policía Ayto Tres Cantos (Madrid)
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