CAUSAS INDIRECTAS:
Son aquellas causas que están separadas del resultado final del accidente en tiempo, lugar y grado y entre ellas y el resultado existiría otra causa próxima o directa. Las causas indirectas pueden referirse al vehículo, a la vía, al conductor, a la víctima, y a los factores atmosféricos. No son las causas que dan lugar al accidente, pero ayudan o favorecen su producción.
CAUSAS INDIRECTAS RELATIVAS AL VEHICULO:
Se trataría de aquellos defectos, averías o fallos mecánicos que ayudan, predisponen o favorecen la producción del accidente de tráfico, aún cuando también pueden aparecer como causa directa. Usualmente los posibles defectos o averías mecánicas que el vehículo haya podido sufrir con anterioridad al accidente no suelen ser suficientemente estudiadas por los investigadores, normalmente se les suele dar poca relevancia, dado que se piensa que es más importante la actuación y comportamientos de las personas implicadas que las posibles deficiencias técnicas del vehículo. No obstante alguna parte de la doctrina supone que al menos entre el 10 y el 15 % de los accidentes se producen debidos a fallos mecánicos.
Las averías pueden producirse debido al desgaste natural que sufren las distintas partes y piezas del vehículo por el uso y normal funcionamiento, lo que no excluye la posible responsabilidad del conductor o propietario, que está obligado a revisar, a prever las posibles deficiencias y a corregirlas. También es posible apreciar la responsabilidad de los talleres de reparación, contra los que se podría reclamar por los posibles resultados del accidente, cuando éste se haya debido a un malfuncionamiento de algún órgano o elemento del vehículo que haya sido reparado recientemente.
Algunas averías son perfectamente identificables por la mayoría de conductores, otras, en cambio, sería necesario el concurso de especialistas para poder detectarlas. En cualquier caso, el conductor debería contar con los suficientes conocimientos técnicos como para, si no para repararlos por si mismos, si para identificar los posibles síntomas a fin de disponer su reparación.
Las partes u órganos más expuestos a sufrir deficiencias, averías y fallos y por tanto a contribuir a los accidentes de tráfico son:
LOS NEUMÁTICOS. Es uno de los elementos que mas puede influir en la seguridad de los vehículos, por ser el único punto de contacto del vehículo con la vía. Al mismo tiempo, es uno de los órganos a los que menos atención se les presta por parte de los conductores. En muchos accidentes, en mas ocasiones de las que en realidad concurren, los conductores suelen alegar reventones como la causa del accidente. Es un tipo de avería que suele aparecer acompañando a la inexperiencia del conductor y a velocidades excesivamente elevadas. Lo que la realidad viene demostrando es que los reventones de neumáticos suelen ser en muchas mas ocasiones efecto que causa del accidente. A pesar de ello, diversos estudios estadísticos han venido a demostrar que en torno al ochenta por ciento de los neumáticos ruedan con presión deficiente, con presión descompensada en ruedas del mismo eje o con neumáticos de diferente tipo, características y dimensiones. En dichos estudios se ha estimado que un 15 % de los mismos deberían ser sustituidos inaplazablemente por su grado y tipo de desgaste.
Cuando el agua se acumula en la superficie de la carretera puede llegar a producirse el fenómeno del “acquaplanning”, que consiste en la formación de una bolsa de agua a presión bajo las ruedas, que hace que el vehículo flote y sea prácticamente ingobernable. Neumáticos con dibujo suficiente para evacuar el agua que se acumule bajo la rueda; una presión de inflado correcta y una velocidad moderada, serían capaces de impedir que surja este fenómeno.
Los nuevos procedimientos técnicos de fabricación y la introducción de nuevos materiales ha posibilitado que la resistencia de los neumáticos a la rodadura se reduzca un 20%, que se incremente su duración en un 25%; que se ahorre en torno a un 5% de combustible y que se reduzca por cuatro veces las emisiones acústicas desde hace 20 años. Nuevos adelantos técnicos han permitido que se pueda seguir circulando con seguridad con neumáticos sin aire durante mas de 100 Km. a 80 km/h y que los distintos fallos de presión puedan ser detectados por sensores que envían los datos registrados al cuadro de instrumentos, advirtiendo así a conductor de los posibles peligros de seguir circulando en tales circunstancias.
LA SUSPENSIÓN es un elemento que falla en raras ocasiones, pero sus efectos más importantes serían la perdida de estabilidad, especialmente en curvas y en superficies irregulares, y la falta de confortabilidad en la conducción que podrá influir en el estado psicofísico del conductor. Con AMORTIGUADORES DEFICIENTES la distancia de frenada en tramos rectos puede incrementarse, así por ejemplo a 80 Km/h la distancia de frenada se incrementaría en 2,6 metros. Además, al frenar el vehículo puede adquirir, en frenadas a fondo, trayectorias distintas a las indicadas por el conductor. El vehículo con amortiguadores en mal estado tiene una gran tendencia al derrape, según cual sea el amortiguador deficiente. Además, influyen como se ha dicho en la confortabilidad de la conducción produciendo un agotamiento añadido, lo que provoca aumentos en los tiempos de reacción de los conductores.
Los fallos en la DIRECCIÓN tienen muchas posibilidades de ser origen del accidente, pero no es fácil averiguar su contribución al accidente. Para comprobar su participación como causa del accidente será necesario recurrir al peritaje de un experto.
En los FRENOS pueden aparecer fallos repentinos por perdida de fluido hidráulico; fallos por agarrotamiento; desgastes y sobrecargas. Se estima que una cuarta parte de los vehículos que se encuentran en circulación tienen defectos en este fundamental elemento de seguridad, aunque también se les atribuyen mas accidentes de los que realmente producen.
Por su parte los fallos de MOTOR o de transmisión raramente contribuyen al accidente.
El estado en el que se encuentren los parabrisas también pude contribuir a la producción del accidente, debido a reducciones de la visibilidad por colocación de obstáculos, pegatinas, suciedad, etc.
Los elementos de iluminación y señalización óptica pueden concurrir entre las causas del accidente, bien por llevar luces total o parcialmente apagadas, por mal reglaje produciendo deslumbramientos o por fallos en las señales luminosas, por ejemplo, por defectos en el alumbrado de frenada.
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