Un sol suave pero con personalidad (como corresponde a las 19.00 horas de un 14 de marzo en Madrid) iluminaba la calle de Bravo Murillo a la altura del número 169, donde, como ya habréis supuesto, nos encontrábamos todos los participantes en el evento. Enrique estaba detenido el primero en un semáforo en el carril izquierdo de nuestro sentido (hacia Cuatro Caminos) para efectuar un giro a la izquierda, por lo que tenía que esperar, no sólo a que el semáforo cambiase su rojo prohibitivo por un verde más permisivo, sino también a que los vehículos que venían en sentido contrario le dejaran hacer la maniobra. Yo me hallaba detrás de él, esperando para poder adelantarlo por la derecha y seguir de frente, cuando de pronto ocurrió todo, por supuesto mucho más deprisa de lo que aquí se cuenta. Enrique, dejándose llevar por la soberbia que caracteriza a los poseedores de coches notablemente mas caros y grandes que la media del país, hizo un amago de iniciar la marcha, pensando que si había alguien en la calle que todavía no se había fijado en su coche, con este gesto lo conseguiría. Yo, dentro de mi sencillez, no estoy acostumbrado a iniciar la marcha con un amago si no tengo intención de continuarla, así que al ver como el Mercedes de Enrique rompía su inercia estática yo rompí también la mía...... y su piloto trasero derecho. Era imposible suponer que frenaría de una forma tan brusca a los ocho centímetros de haber empezado a andar. Es por esto por lo que moralmente no me siento culpable en absoluto de la situación. Las responsabilidades legales os dejo que las evaluéis vosotros, que sois los profesionales. Si os queda alguna duda o queréis consultarme cualquier aspecto de esta carta me llamáis a casa o me escribís."
VISTO EN: elrincondejavier.net
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