16/6/07

Educación vial, tarea de todos


Bicicletas, motos, turismos, camiones… Semáforos, señales, ruidos… Aceras, autovías, caminos, carriles… EL TRAFICO.

Todos esos elementos los conocemos, nos resultan familiares y hasta llegamos a convivir con ellos, ya que se han incorporado a nuestra vida cotidiana haciéndolos incluso necesarios. Pero hay un fenómeno, el humano, que es quien maneja, o debe hacerlo, todos los demás elementos que intervienen en EL TRAFICO. Y es que las personas nos convertimos en continuos actores que ocasionalmente, podemos resultar víctimas de la propia obra que se representa.

El triángulo Hombre-Vehículo –Vía no siempre está en feliz sintonía ó se encuentra alterado por otros factores y así resulta el accidente, que no por inesperado resulta casual.

Es por y para el hombre donde se dirigen las campañas de prevención y concienciación, porque precisamente es el hombre quien provoca generalmente el accidente, ya sea por su actitud, por su aptitud o su comportamiento.

Por ello, todo individuo precisa de información y formación adecuada a cada momento histórico de su vida, haciéndose imprescindible la información y esencial la formación, en especial aquella que incidiendo en los profundos valores de solidaridad y respeto, estimule y refuerce todos aquellos comportamientos considerados positivos.

Llegados a éste punto, se hace necesario buscar fórmulas más eficaces para frenar la escalada de siniestrabilidad. Una de ellas es la propia EDUCACIÓN VIAL, amoldándose al sistema pedagógico que está señalado en la legislación vigente y basada en unos principios metodológicos activos y participativos.

Consideramos la formación del individuo como una misión de todos, de la sociedad en general, comenzando en el núcleo básico familiar y en los centros de enseñanza primarios.

Por su parte, la Administración y en especial los Ayuntamientos, a través de sus Cuerpos de Policía Local, no deben inhibirse de esa faceta formativa para limitarse a la labor coactiva y represora frente a las actitudes incorrectas de los ciudadanos. Ni que decir tiene que la denuncia que pueda poner un policía no es el único camino ni el más deseable, tanto para el ciudadano como para el propio agente, ya que éstos profesionales lo que pretenden con su trabajo es hacer cumplir la norma como garantía de seguridad y convivencia para todos. Así, por el contrario, se debe colaborar en esa empresa educativa y tomar como objetivo el alcanzar la “seguridad vial”; sí, se debe participar en la formación de los ciudadanos inculcándoles unos mínimos hábitos de comportamiento positivos que favorezcan la seguridad en nuestras vías frente al fenómeno del tráfico.

Programas llevados e incorporados a lo habitual desde la escuela primaria darán esa seguridad general del futuro que todos buscamos.


JUAN COZAR. Educador vial



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